Nuevas tecnologías en el aula: un desafío y una necesidad

Un especialista en Informática Educativa y Psicología Social analiza la evolución del celular como herramienta educativa y plantea que, si bien la pandemia produjo grandes avances en esta área, aun queda un largo camino por recorrer para naturalizar su uso en las escuelas.

El desarrollo de tecnologías de comunicación, como teléfonos celulares, notebooks y tablets, generó un gran impacto y resignificó tareas en muchos ámbitos. Pero, dentro de los establecimientos educativos, ¿siguen siendo distractores? ¿O se convirtieron en aliados? ¿Realmente se aprovecha su potencial en las aulas? Según el doctor en Psicología Social e investigador de la Universidad Nacional de La Matanza, Sergio Conde, el verdadero cambio de paradigma sobre el uso de estas tecnologías en las clases se dio a partir de la llegada del COVID-19.

“La pandemia potenció el desarrollo de nuevas herramientas educativas. El aislamiento social y obligatorio cambió el escenario porque el celular fue forma más simple que se podía dar clase. Muchos chicos pudieron continuar estudiando gracias a él y se transformó en una gran herramienta áulica, que se incorporó como medio o facilitador de enseñanza”, indicó Conde en diálogo con la Agencia CTyS-UNLaM.

“Hay algunas barreras que todavía tenemos que sortear para poder aprovechar esta herramienta y dejar de verlo como un elemento distractor del alumno”, aclaró el investigador, quien, además, es licenciado en Informática Educativa. Para Conde, el primer problema es la falta de conectividad. “Las escuelas estatales suelen tener buenos instrumentos en las salas de informática, así que no es que el panorama sea totalmente oscuro, pero la conectividad sigue siendo un desafío grande en Argentina”, alertó.

“En un segundo término, se encuentra la falta de capacitación docente. En 2020, por necesidad, los educadores tuvieron que salir a buscar esas herramientas y se expusieron a una educación por descubrimiento en la que primó el ensayo y error. Es necesaria una política de educación tecnológica para docentes”, destacó el investigador del Departamento de Ingeniería e Investigaciones Tecnológicas de la UNLaM.

Por último, el especialista apuntó a los estudiantes. “Es necesario educar a las nuevas generaciones para entender que estas tecnologías son herramientas que se tienen que usar con criterio. Que sean conscientes de que la tecnología es un instrumento que nos permite descubrir un camino al aprendizaje”, concluyó.

Teléfonos celulares: un desafío para las aulas

La incorporación de los dispositivos tecnológicos en las planificaciones y secuencias didácticas fue un tanto problemático y llegó a implicar la sanción de la resolución 1728/06, en la que se prohibía el uso de la telefonía móvil en las aulas. Con el paso del tiempo, esta normativa se derogó: se empezó a entender que se trataba de recursos útiles para la interacción áulica. “Sin embargo, su implementación continuó siendo poco frecuente”, explicó Conde.

Tecnologías aplicadas a la educación

Conde aborda un espacio que, desde su perspectiva, resulta muy enriquecedor: los grupos de WhatsApp. “En ellos -apuntó-, se presentan condiciones para que muchos niños o adolescentes que son tímidos o les cuesta socializar puedan animarse a interactuar. Además, les brinda un sentido de pertenencia porque forman parte de ese colectivo. En los grupos, se suele compartir material de clase y se generan debates e intercambios”.