Los peligros y las consecuencias del sobrepeso y la obesidad infantil

Un grupo de investigación de la UNLaM trabaja sobre la problemática de la obesidad en la población infantil. Alcances, factores y algunas herramientas para combatirla, en la mirada de dos especialistas.

En el mundo, 43 millones de niños menores de cinco años tienen exceso de peso. Argentina no es la excepción: según la segunda Encuesta Nacional de Nutrición y Salud (ENNyS), dentro de esta población, tres de cada diez niños presentan exceso de peso. De ellos, el 10,4 por ciento ya se encontraba en el rango de la obesidad.

“La obesidad es una enfermedad crónica que, si se presenta desde la niñez, puede tener graves consecuencias en la vida adulta”, alertó la doctora Graciela Brito, directora de un grupo de investigación de la Universidad Nacional de La Matanza (UNLaM) que trabaja en torno a esta problemática. Brito, quien también es coordinadora de la Licenciatura en Nutrición de la UNLaM, explicó que la obesidad genera una serie de impactos negativos en la salud: “Se la asocia con una mayor probabilidad de obesidad, muerte prematura y discapacidad en la adultez, entre otras consecuencias”.

Más allá de los impactos a nivel sanitario, trabajar la problemática de la obesidad desde un enfoque multicausal es fundamental, aseguran las especialistas, porque, en ella, intervienen factores sociales, económicos, culturales, genéticos, étnicos y medioambientales. En este sentido, Brito señala que, a nivel cultural, desde hace varios años se configuró lo que se conoce como “ambiente obesogénico”.

“Se trata del conjunto de factores externos que nos rodean y que pueden conducir al sobrepeso u obesidad. Un ambiente obesogénico puede ser aquel que estimule prácticas como el sedentarismo u otras actividades
que favorezcan su desarrollo”, definió la investigadora y docente de esta Casa de Altos Estudios.

Mitos y estereotipos en torno a la obesidad

Un punto cultural importante, señalan las expertas, es la necesidad de dejar de pensar la obesidad como un problema exclusivamente de sectores con altos recursos económicos. “En los países en desarrollo, con economías emergentes, el incremento porcentual del sobrepeso y la obesidad en los niños ha sido de un 30 por ciento por encima del de los países desarrollados”, detalla Gabriela Figueroa, integrante del equipo que dirige Brito.

Otro de los mitos sobre esta problemática de salud es que un niño obeso no puede estar desnutrido. Figueroa sostiene que, en Argentina, coexisten diferentes tipos de problemas nutricionales. “La malnutrición se puede presentar de diversas formas. Una de ellas es la que se conoce como ‘paradigma del tercer mundo’, según el cual la malnutrición no se manifiesta por delgadez extrema, sino que “puede aparecer con sobrepeso y obesidad”, concluyó Figueroa.

El derecho a la salud, un aliado indispensable

Para Brito, las posibles respuestas ante este escenario son claras. “Los derechos a la salud y a la alimentación saludable se encuentran indisolublemente unidos al constituirse como derechos básicos. Sin ellos, no se puede alcanzar un nivel de vida digno”, asegura. Este enfoque, agrega la investigadora, incluye la perspectiva de alimentación adecuada y nutritiva y amplía la concepción histórica, que consideraba el derecho a la alimentación como una garantía de protección contra el hambre. “Necesitamos contemplar una alimentación saludable que aporte todos los nutrientes esenciales y no que solo combata el hambre del momento”, concluye la investigadora.

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