Hallan restos fósiles de una especie de cóndor

Investigadores del CONICET y del Museo Paleontológico de San Pedro hallaron partes del antebrazo de una especie esconocida de esta ave. Los restos, de unos 30.000 años de antigüedad, ofrecen nuevas pistas en el árbol evolutivo y en la distribución geográfica de la especie.

Restos de un cóndor de unos 30.000 años de antigüedad fueron hallados en la localidad bonaerense de San Pedro por una expedición conformada por personal del Museo Paleontológico “Fray Manuel Torres”. El descubrimiento fue, luego, analizado por científicos del Museo Argentino de Ciencias Naturales “Bernardino Rivadavia”, del CONICET y de la Fundación Azara.

Los fósiles fueron encontrados en el establecimiento La Paloma, ubicado en la costa del río Paraná, en las cercanías de San Pedro. Los restos del animal, que aun no ha sido bautizado, constan de un antebrazo incompleto con características únicas que, junto a su gran tamaño, indican que se trata de una especie desconocida. “Se estima que medía más de 3.60 metros, es decir, es un animal mucho más grande que el cóndor andino actual”, detalló José Luis Aguilar, director del Museo y parte del equipo de trabajo.

Federico Agnolín, investigador del CONICET e integrante del equipo, explicó, por su parte, que los cóndores, hoy en día, se encuentran restringidos a dos especies: el cóndor andino (Vultur gryphus) y el cóndor de California (Gymnogyps californianus), que se encuentran en peligro de extinción y sobreviven en áreas montañosas de Sudamérica y Norteamérica, respectivamente.

“Los fósiles del cóndor de San Pedro se suman al hallazgo de otros cóndores extintos que indican que este grupo de aves presentaba una distribución geográfica pasada mucho más amplia que la actual, incluyendo las pampas, las selvas brasileñas y ambientes costeros a lo largo de América”, amplió.

Según los registros fósiles, hace aproximadamente 10.000 años, la mayor parte de esas especies de cóndores se extinguieron y las que aun sobreviven quedaron restringidas a los ambientes andinos. Los motivos que llevaron a una súbita extinción de estas aves no están del todo claros, todavía, para la comunidad científica.

“Posiblemente, los cambios climáticos y la acción conjunta de los primeros cazadores humanos hayan sido los responsables de esa extinción. Además, las aves de gran tamaño requieren de más alimento y mayor territorio. Al ser más vulnerables a los cambios ambientales, habrían sufrido cualquier cambio climático”, concluyó Agnolín.

El principio del camino, para despejar incógnitas

El fin de las campañas paleontológicas implica, al mismo tiempo, el punto de partida del estudio de los fósiles hallados, que suelen dejar muchos interrogantes. Esta nueva especie no es la excepción. “Al tratarse de un animal tan grande, nos cuesta comprender, por ejemplo, cómo hacían para levantar vuelo en lugares de llanura en donde no podían aprovechar las corrientes de aire ascendente y salientes de las montañas. Además, al tratarse de zonas con muy baja altura, surge la duda de dónde anidaban para evitar ser víctimas de depredadores”, planteó Agnolín.