“Los humanos no somos los dueños del mundo, solo somos una parte de él”, advierten

En el marco del Día Mundial de la Salud, la doctora María Soledad Santini, especialista en enfermedades endémicas e investigadora del CONICET, reflexiona sobre la estrecha relación que existe entre el ambiente y la salud.

Con el planeta en llamas, los bosques y montes arrasados y una pandemia que todavía dice presente, la Organización Mundial de la Salud (OMS) decidió establecer como lema para el Día Mundial de la Salud la frase “Nuestro Planeta, Nuestra Salud”. ¿Cómo se vinculan los conceptos de ambiente y salud? ¿Contemplamos los factores medioambientales cuando nos enfermamos?

“Siempre se observó a la salud, al ambiente, a los animales y al humano, pero de forma fragmentada y con límites muy fijos, por lo que no se termina de entender que somos un todo en una única dimensión”, plantea la doctora Soledad Santini, investigadora adjunta del CONICET y directora del Instituto Nacional de Parasitología Doctor Mario Fatala Chaben (INP). En diálogo con la Agencia CTyS-UNLaM, la especialista en enfermedades endémicas, que además trabaja en la Administración Nacional de Laboratorios e Institutos de Salud Doctor Carlos G. Malbrán (ANLIS-Malbrán), reflexiona sobre la necesidad de comprender que problemas tan complejos como el sanitario requieren miradas integrales y “un cambio de visión: los humanos no somos los dueños y amos de este mundo, somos solo una parte de él”.

Como sociedad, ¿somos conscientes del vínculo estrecho que hay entre la salud y el ambiente?

Vivimos en un mundo donde el neoliberalismo, el capitalismo y el fordismo nos llevaron a la especialización extrema, es decir, cada vez estamos más aislados y participamos solo en pequeños fragmentos de los procesos de producción. Esto nos lleva a creer que la naturaleza está en una vereda y nosotros, en otra, y que nuestros sistemas de producción y modos de vida no afectan al ambiente. Se trata de una idea que tiene una raíz cultural porque, por ejemplo, los pueblos originarios de Latinoamérica sí se ven como parte de ese todo que incluye la salud, el ambiente, las plantas, los animales y los humanos, entre otros.

¿La pandemia es fruto de este cruce entre ambiente y salud?

Esta pandemia no tiene solo que ver con el contagio de ese famoso caso cero en Wuhan, sino que es consecuencia de un montón de políticas mundiales que se vienen sucediendo: el no respeto con el ambiente, el fuerte avance de la frontera agrícola, los desmontes masivos, el tráfico de animales, la minería a cielo abierto, etcétera. Como especie, nos creemos dueños de todo lo que tiene vida y de lo que no tiene vida. Disponemos de un territorio del que no entendemos que formamos parte y que debemos cuidar.

¿Qué aportes y reflexiones se hacen desde el ámbito científico ante este escenario?

Existe una corriente de estudios, la escuela de la Epidemiología Crítica, que surge en los años ‘70 y entiende este vínculo como parte de un proceso y dentro de un continuo en el que la salud y el ambiente van de la mano y en el que uno no se puede entender sin el otro. Lo más interesante de esta línea de pensamiento es que entiende a cada área y disciplina como parte de la solución. En el caso de la salud, la Epidemiología Crítica viene a discutir que la única herramienta sea lo biomédico y no se contemplen cuestiones culturales, educacionales o ambientales. Se trata de procesos complejos y uno no puede pretender solucionarlos atendiendo solamente un eje. Hoy, la OMS trata de empezar a entender la importancia de incluir al ambiente como disparador o, incluso, como un concepto fundamental para trabajar la problemática sanitaria.

Es que un sinfín de factores producen cambios en nuestra salud…

Claro, se trata de un delicado equilibrio. Por ejemplo, si se destruyen los espacios verdes, se producen cambios en el proceso de construcción de las nubes. Eso, a su vez, genera cambios en las lluvias y, por ende, se altera la dinámica de reproducción y vida de los insectos. Si encima estos insectos son vectores de enfermedades, se puede modificar sustancialmente la dinámica con que se transmite una enfermedad. Si a todo esto le sumamos otros factores, se empieza a hablar de producción de enfermedades, porque el ser humano, con su accionar, genera espacios óptimos para la ocurrencia de una enfermedad. Además, este es un tema que requiere consenso internacional ya que las acciones locales tienen impactos globales.

¿Y estas decisiones pasan por un solo actor social? Por ejemplo, por el Ministerio de Salud.

No deberían, dado que la salud es un proceso mucho más complejo que curar una enfermedad. La salud resulta de muchas acciones, por ejemplo, la organización del espacio y el modo de producción son parte de ese proceso. En una matriz urbana, la presencia de villas donde se colocan los basurales, cómo es el sistema de recolección de residuos, cómo es la intercomunicación entre ciudades, qué pasa si se concentra todo en la capital, qué pasa si se permite el loteo de countries en zonas de humedales... nada de esto depende de un solo actor social,. Son manejos ambientales que hacen al cotidiano de la población y a la dinámica de un país y en la que, además, intervienen muchos sectores.

Entonces vuelve a aparecer la importancia de contemplar la visión que trae la Epidemiología Crítica…

Es que los enfoques multidisciplinarios son muy enriquecedores para atender a procesos tan complejos como los problemas sanitarios. Por ejemplo en el Chagas, que es considerada una enfermedad social, si se mira la cantidad de especialistas y los sectores a donde se asignan los recursos, se podrá ver que están abocados a áreas de Biología, Medicina, Biotecnología, entre otras. El foco se pone en la Biomedicina, pero en contadas oportunidades también se contemplan los aportes del área de las ciencias sociales. Sin embargo, se sigue diciendo que es una problemática social. Tenemos que comprender que, para encontrar una solución real, tienen que involucrarse actores y conocimientos muy diversos.

Lo cultural y educativo tiene un gran peso. ¿Cómo ves a la juventud actual para enfrentar este desafío?

Los más jóvenes son los que más comprenden estos conceptos y los que tienen más presente que la naturaleza y los humanos formamos parte del mismo ambiente, por lo que tenemos que ser respetuosos con él. Mucha gente se va a vivir a zonas más próximas al campo para escapar de los “males de la ciudad”, pero, debajo del brazo, se llevan un insecticida y están fumigando todo el día. En días como estos es fundamental que replanteemos nuestro vínculo con el ambiente y nuestras ideas asociadas al concepto de salud.