Cómo afecta el aislamiento a las parejas y a las familias

Psicólogos y terapeutas mencionan que el encierro puede desmoronar un matrimonio o una pareja ya sea que estén conviviendo o no, puesto que juegan diferentes factores como la ansiedad, el enojo, el miedo y la incertidumbre. Aseguran que hay ciertos ejercicios que se pueden realizar para que el vínculo no se desgaste o rompa.

A 155 días de iniciado el aislamiento social, decretado el pasado 19 de marzo por el Presidente Alberto Fernández a raíz de la expansión del coronavirus, muchas familias y parejas debieron reinventarse a la hora de la convivencia, la división de tareas y los nuevos cuidados para evitar los contagios. Pero ¿cómo afecta el encierro en la intimidad y en el día a día tras cinco meses? En general, según terapeutas y psicólogos, muchas personas sufren de angustia, enojo e incertidumbre sobre lo que pasará en el futuro, lo que puede generar un desgaste en la relación.

En comunicación con El1 Digital, Jerónimo Gulisano, psicólogo y terapeuta de parejas, señaló: “Entre los casos particulares, hay diferentes características y el aislamiento fue un impacto muy fuerte en todo nivel, porque muchas parejas pasaron de no verse en todo el día, a estar todo el tiempo juntos; entonces, esto hace más complicada la convivencia por los cambios de humor. Es un desafío, porque deben desarrollar diferentes mecanismos para aceptar que la otra persona, si está enojada, necesita estar sola, por ejemplo”.

“El aislamiento y el exceso de información generan incertidumbre, ansiedad respecto a cuánto va durar toda esta etapa y, también, frustración por no poder salir a diferentes lugares tranquilamente”, expresó, y agregó: “A esto se suman los hijos que están en casa... Todo el tiempo juntos y hay que repartirse o dividirse las tareas”.

Además, Gulisano sostuvo que, en términos estadísticos, “las mujeres tomaron el rol de cuidar más a los pequeños, dedicarles tiempo a las tareas de la escuela, del jardín y los trabajos prácticos, es decir, que las mujeres vuelven a estar sobreexigidas en estos campos”. “En consecuencia, vienen las recriminaciones hacia la otra persona en cuanto a la ayuda que se brinda y, por ende, aparecen los conflictos y las peleas”, comentó.

“A todo este combo de malestar, las parejas que ya venían con una mala etapa entran en una situación de terapia intensiva y los chicos vuelven al lecho materno, o sea, duermen todos juntos, ante el escenario extraordinario que están viviendo y la angustia que eso genera. Eso conlleva a no tener intimidad ni poder relajarse. La rutina cambió, en algunos casos, y esto es un duro golpe”, manifestó.

Frente a este panorama, el terapeuta brindó ciertas recomendaciones: “Hay que reconocer el contexto donde uno vive, lo que nosotros llamamos validar y normalizar. Tenemos que vivir juntos, no sabemos si nos va a alcanzar la plata ni cuánto va a durar esto, es lógico que estén nerviosos y normalizar las emociones es bueno para que empiecen a registrarlas y como se siente cada uno, lo que se puede sugerir es un espacio donde cada uno pueda estar”. “Hay que dar el espacio al otro, no hay que insistirle para que esté bien en un momento que estar mal es esperable. Hay personas de otros países que han perdido a sus seres queridos y la pareja o la familia deben sostener al que se siente mal y está atravesando un momento de duelo, esto repercute”, marcó.

Según Gulisano, las parejas deben comprender que están transitando una etapa que es similar a un camino con muchos pozos, curvas y contracurvas, por lo que se deben mantener a flote. “Ese es el principal objetivo, no es pedir que no peleen, sino que sea de menor intensidad. Si es un noviazgo se llevaba mal, con el encierro, se puede intensificar el malestar. Se debe hacer frente a esta situación, hay que aprender de esto y apunto a motivarlos”, aseveró.

Por otro lado, se encuentran aquellos novios que no conviven bajo el mismo techo. “Sufren mucho porque no pueden ver a la otra persona y, en varios casos, deben sacar un permiso falso, como consecuencia hay una sensación de culpa, frustración y miedo de contagiarse de COVID-19, a su vez, de infectar a la familia. Sin embargo, a cinco meses de aislamiento, está ganando el deseo porque la gente se cansó de estar “guardada””, explicó.

“No conozco parejas que hayan estado tanto tiempo sin verse o por lo menos las que he atendido. Hubo personas más rigurosas, que decidieron no encontrarse por los riesgos de contagios, durante los primeros meses. La consecuencia es que el vínculo se va a resentir, pero hay que ver en cada persona en particular. Las que no se vieron más tenderán a ir diluyéndose o este aislamiento dio la excusa perfecta para dar un punto final”, opinó.

A pesar de las dificultades que puede traer el aislamiento en un noviazgo o matrimonio o familia, Gulisano remarcó que hay ciertos beneficios: “Al estar más tiempo juntos, tuvieron la oportunidad de conocerse mejor y, si supieron capitalizar el tiempo, se van a fortalecer. Deben ser un equipo que afrontó una situación difícil y tuvo que poner garra en juntar dinero, cuidar, enseñar a los chicos y poner positivismo en el día a día. Otras, lamentablemente, se van a separar, ya que no hay medias tintas, es decir, estamos juntos o nos separamos”.