La caída de la industria metalúrgica ya afecta a 3.000 matanceros

Son datos que dan cuenta de la situación productiva general, ya que la metalurgia y la metalmecánica representan el 25 por ciento de la actividad en el Distrito. La caída de la demanda, la suba de tarifas y la apertura de las importaciones, entre las principales causas.

De acuerdo a la Secretaría de Producción comunal, la metalúrgica y la metalmecánica representan el 25 por ciento de la actividad industrial del Distrito. Por eso, cuando se resfrían, toda la industria matancera estornuda. Y, a pesar de que algunos sectores muy puntuales dentro de esos segmentos han repuntado con respecto a la brusca caída de 2016, el aumento de las importaciones, la retracción de la demanda y las altas tarifas de servicios impiden la recuperación de estas industrias mano de obra intensivas.

Según la Asociación de Industriales Metalúrgicos de la República Argentina (ADIMRA), entre enero y julio, las importaciones metalúrgicas sujetas a Licencias No Automáticas -es decir, que requieren de autorización por parte del Ministerio de Producción nacional- crecieron 21 por ciento en dólares en relación al mismo período del año anterior y 16 por ciento en cantidades. Solo en julio, la suba fue del 47 y 46 por ciento interanual en dólares y en cantidades, respectivamente, mientras que la producción nacional cayó 2,2 por ciento en lo que va del año.

A nivel local, de acuerdo al relevamiento de la cartera de Producción, el aumento de las importaciones no se condice con una recuperación del mercado interno. “Entre 25 empresas del sector relevadas, se registra una caída del nivel de actividad del 25 por ciento. El contexto es muy adverso: al bajo nivel de demanda, aumento de costos, acortamiento de los plazos a pagos de proveedores y aumento en los plazos de cobro, se suma el aumento de las importaciones”, consideró la titular de esa Secretaría, Débora Giorgi, ante la consulta de El1 Digital.

Si a eso se le suma el aumento promedio de 800 por ciento en las tarifas eléctricas, se explica la pérdida de 1.000 puestos de trabajo y las 2.000 suspensiones, recortes de jornadas de trabajo y horas extra que se dieron desde el año pasado, también según esa cartera.

“La apertura de las importaciones y que las ventas no mejoren afectan tanto a las empresas más grandes como a los pequeños talleres. Algunas fábricas ofrecen retiros voluntarios para tener menos empleados, otras han echado gente, otras han suspendido personal y algunas, directamente, cerraron”, coincidió el secretario general de la UOM de La Matanza, Hugo Melo, en diálogo con este medio.

En particular, especificó el dirigente sindical, el rubro más complicado es el de las autopartes. “Algunas empresas grandes que trabajan para multinacionales, como Sabó, de Lomas del Mirador, y Mattioli, de Virrey del Pino, están pasando una situación muy compleja por falta de ventas y no están produciendo a pleno”. Así, la cadena productiva va arrasando con sus eslabones más débiles: desde 2016, contó Melo, ya cerraron 60 pequeños talleres en el Distrito.

“Los talleres producen para las empresas y las empresas, a su vez, para las multinacionales, entonces, cuando se va cayendo la cadena de proveedores, los talleres son los primeros en pagar las consecuencias. Y las empresas más grandes ajustan achicando personal o importando materiales, así que el trabajador local paga las consecuencias primero”, agregó el titular de la UOM.

Si bien hay rubros que se fueron recuperando, la generación de empleo no alcanza a compensar los puestos que se perdieron. “Con el repunte de la construcción, Acindar, que fabrica hierro para esa actividad, tomó algunos trabajadores y en otras fábricas, por goteo, se ven nuevos puestos que se van generando cuando parte del personal se jubila. Pero estamos muy lejos de la situación de 2015 y, en la balanza, termina ganando la pérdida de puestos de trabajo”, cerró Melo.