Homenajearon a Julio Cortázar por su labor en Derechos Humanos

El creador de Rayuela fue recordado en el Espacio para la Memoria y los Derechos Humanos de la ex ESMA. Durante el homenaje, referentes de la Comisión Argentina de Derechos Humanos (CADHU) compartieron su mirada sobre el autor y el compositor Juan Carlos “Tata” Cedrón conmovió a la audiencia con "Canción sin verano".

El pasado miércoles, el Salón Puiggrós del Archivo de la Memoria se vio colmado de recuerdos y mensajes que, por su nivel de actualidad y compromiso, helaban la sangre de los presentes. Allí, un viejo videotape revivía la figura de un Julio Cortázar comprometido, un creador increpando a las palabras, invitando a pensar, a dotarlas de sentido y a conocer eso que lo llevó a ser uno de los escritores que alzó la bandera de la lucha por los Derechos Humanos hasta el último aliento.

Porque es el idioma el que fue pensado y por el cual se piensa. Las palabras, aquellos fonemas que se repiten como quien respira, reflejan más de un significado que, tal vez, varía según quien las pronuncia, con qué intención, con qué razón. Un 24 de marzo de 1981, en un salón de Madrid colmado de exiliados y familiares de desaparecidos, Cortázar dedicó un largo discurso a ellas, a la palabra Justicia, Democracia, Pueblo, Libertad, esencias del ser humano minuciosamente transformadas por el terrorismo de Estado y sus aparatos civiles.

Ese relato volvió a ser compartido el miércoles en el Archivo de la Memoria con motivo de conocer ese otro costado del autor, atento siempre, desde la otra punta del globo, a cada suceso sociopolítico que azotaba sus tierras latinas. A 40 años del Golpe y cien de su nacimiento, la CADHU invitó a reflexionar sobre su figura y sus juicios al lenguaje.

“Algo que, quizás, era obvio, que lo tenía en la punta de la nariz pero, cuando lo dice Julio, ahí uno empieza a pensar cómo la comunicación tiene que ver con el fondo de la cuestión”, expresó el director de Prensa del Archivo Nacional de la Memoria y co-fundador de CADHUMarcelo Duhalde.

“Para unos la libertad es la oportunidad de poder explotar, de poder traficar con información y, para otros, libertad implica que cada uno pueda decidir sobre sí mismo, tener oportunidades para poder expresarse y poder informarse con lo que quiera”, analizó. Esto es, que aquellas palabras, incluso las que dan cuenta de lo más elevado del ser, pudieron ser cruelmente sometidas al estereotipo y al cliché.

Del autoexilio a El libro de Manuel
Cortázar no solo fue un  profesor, traductor, poeta, cuentista adscripto al realismo mágico y novelista, sino que, con el correr de los años, supo conciliar los interrogantes metafísicos de sus textos con otros que atravesaban las duras realidades latinoamericanas, marcadas por la opresión.

A medida que se consolidaba el boom latinoamericano, Cortázar se topó de golpe con su despertar político y compromiso militante. Fue en 1959, con la revolución cubana y su posterior participación en el jurado de la Casa de las Américas, que encontró en su labor literaria la capacidad de develar los oscuros discursos de la historia oficial.

En conversaciones con El1 Digital, Duhalde, expresó: “Es importante mostrar a este Cortázar que fue tan importante para demostrar que se puede cambiar de verdad, profundamente. Cuando hizo el cambio, cada cosa le costó mucho, porque él era uno de los niños mimados de una cultura de derecha que lo leía”.

A su turno, durante el homenaje, el directivo y co-fundador de CADHU, Carlos González Gartland, se preguntó: “¿Con qué extraordinario acervo, Cortázar devolvió esa falta de compromiso con un hipercompromiso?”, y esa sorpresa se disparó, décadas atrás, en aquellos lectores que lo siguieron desde Casa Tomada y lo descubrieron, implicado en cada palabra, en El libro de Manuel, texto del cual donó sus derechos de autor para ayudar a los familiares de los presos tras la masacre de Trelew y tantas otras causas relacionadas con la emancipación.

Por último, el Tata Cedrón emocionó a la audiencia con sus acordes austeros y precisos que acompañaron Canción sin verano, un poema de Cortázar al que el emblemático músico le puso melodía, allá, en sus encuentros parisinos durante el exilio, donde, según el cantante, el cronopio disfrutaba de recordar aquel dialecto “atorrante” argentino, retomado no ya en su acento pero sí en cada uno de sus cuentos.